Hablar de sanidad es hablar de la misericordia que Dios Padre tuvo por nosotros, cuando nos insertó en la cruz de Jesucristo, cuando nos cubrió con su sangre preciosa para liberarnos y por sus llagas fuimos sanados; llagas que son una fuente de infinita misericordia para dar perdón, reconciliación, salud, bienestar y una nueva vida que esta guiada por la efusión del Espíritu que va actuando en toda la humanidad.
Hablar de sanidad divina es expresar el amor infinito que la Trinidad Santísima derrama a raudales sobre todas las almas que anhelan y buscan sumergirse en la luz maravillosa abandonando todo su ser ante la presencia santa y divina de un Padre Todopoderoso dador de toda dádiva.
Hablar de sanidad es extasiarse, contemplar cuan ancho, grande y profundo es el misterio de amor plasmado en Dios, en su bondad, en su paz, plasmado en un milagro del cual brota vida nueva, sea en un cáncer, leucemia, tumor inoperable, así como la lepra del alma que va matando poco a poco tanto el espíritu como el cuerpo, en quienes no quieren perdonar, sus cuerpos manifiestas algunos males pues sus corazones se van enfermando e incluso su mente se altera; a lo largo de estos 33 años la Providencia de Dios se ha hecho presente grandemente.
Agradezco a la Santísima Trinidad por todas y cada una de las almas que día a día las trajo a beber de la inmensa fuente de agua viva que brota y salta para la vida eterna, gracias por mirarnos y poder contemplar todas las semillas que han brotado de esta fuente por todos los frutos que vamos cosechando.
A ti María Santísima nuestra Madre, la llena de gracia que siempre nos ha guiado y es nuestra gran intercesora.
Nos enseñaste a decir cada día con mucha fe ¨CLAMA A MI, Y YO TE RESPONDERÉ´¨ y con tu dulce voz siempre nos respondes ¨YO IRÉ A SANARLO¨. ¨MIENTRAS HAY VIDA, HAY ESPERANZA¨. Gracias por todo lo que nos das, te amo Mi Señor.